Cuenta la leyenda que Felipe Kross fue criado por lobos en las salvajes colinas de Sao Paolo, Brasil. Allí aprendió a luchar por su supervivencia desmenuzando carne cruda con sus propios dientes y dibujando como un maestro Ukiyo-e.

Quizá los rumores son en algún punto exagerados.

Lo que sabemos con seguridad es que ésta misteriosa figura lleva tatuando una década, periodo en el que su arte se ha movido por diferentes estilos, después de haber dominado el Blackwork se enredó en el arte del manga.

En Brasil, dejó atrás su propia casa y estudio, persiguiendo su sueño de marcar la piel de tanta gente como sea posible alrededor de las cuatro esquinas del planeta.  

Viaja alrededor del mundo tatuando, aunque actualmente está establecido en la ciudad de Barcelona trabajando incansablemente durante turnos de dieciséis horas, con la esperanza de marcar kilómetros de piel con arte centenario japonés. Las únicas personas que han visto su rostro son aquellas de corazón bravo que dejaron que sus agujas les marcaran en cuerpo y alma.

Sigue soñando con un cómic al que pueda llamar propio y en las pocas horas que dedica a si mismo se podría decir que pinta y dibuja.